En su camino, además de su madre, encuentra a personas de fe que lo guiarán en su formación espiritual.
En 1913 un aplazo lo motiva a ingresar al Instituto Social de los padres jesuitas. Aquí es alentado a recibir la comunión todos los días por el director espiritual el Padre Lombardi. Desde ese momento, el encuentro cotidiano con Jesús en la Eucaristía será el centro de su vida espiritual.
Ingresa, además, al Apostolado de la Oración y a los 17 años se incorpora a la Conferencia de San Vicente de Paul (los vicentinos), asumiendo así un compromiso constante con la caridad.
Entre sus confesores podemos mencionar al Dr. Sonnenschein, un sacerdote conocido en Berlín por su compromiso apostólico, y el Padre Filippo Robotti, un dominico predicador, conferencista y divulgador de un pensamiento católico social y político de avanzada, con quien Pier Giorgio compartió varias actividades riesgosas. También fue su confesor el Cardenal Giuseppe Gamba, que lo conoce en Novara en un Congreso de la Juventud Católica antes de convertirse en Obispo de Turín, por quien nutrió un gran afecto paterno.
Pero también cuenta con otros párrocos, religiosos y religiosas de ciudad o de campo, ya sean jóvenes o ancianos, que lo guían con amor y respeto, y a quienes responde con la disposición de ánimo de quien acepta y busca un consejo, una palabra, una opinión, una orientación, incluso cuando, y algunas veces sucede, con algunos se presentan divergencias de posición y surgen discusiones.
En 1913 un aplazo lo motiva a ingresar al Instituto Social de los padres jesuitas. Aquí es alentado a recibir la comunión todos los días por el director espiritual el Padre Lombardi. Desde ese momento, el encuentro cotidiano con Jesús en la Eucaristía será el centro de su vida espiritual.
Ingresa, además, al Apostolado de la Oración y a los 17 años se incorpora a la Conferencia de San Vicente de Paul (los vicentinos), asumiendo así un compromiso constante con la caridad.
Entre sus confesores podemos mencionar al Dr. Sonnenschein, un sacerdote conocido en Berlín por su compromiso apostólico, y el Padre Filippo Robotti, un dominico predicador, conferencista y divulgador de un pensamiento católico social y político de avanzada, con quien Pier Giorgio compartió varias actividades riesgosas. También fue su confesor el Cardenal Giuseppe Gamba, que lo conoce en Novara en un Congreso de la Juventud Católica antes de convertirse en Obispo de Turín, por quien nutrió un gran afecto paterno.
Pero también cuenta con otros párrocos, religiosos y religiosas de ciudad o de campo, ya sean jóvenes o ancianos, que lo guían con amor y respeto, y a quienes responde con la disposición de ánimo de quien acepta y busca un consejo, una palabra, una opinión, una orientación, incluso cuando, y algunas veces sucede, con algunos se presentan divergencias de posición y surgen discusiones.
Yo creo en las Promesas (Daniel Poli)
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