“Desde fines del siglo XI se desarrolla, particularmente en los monasterios, la costumbre de repetir frecuentemente el saludo del Ángel (Ángelus), acompañado a menudo de genuflexiones y postraciones. Esta práctica llevará al ‘Salterio de la Virgen’ que consiste en rezar, según el modelo de los 150 salmos del Salterio, las 150 Avemarías. Era un cierto oficio para los ‘humildes’ que no pueden acceder al salterio bíblico de los clérigos. Pronto se unió al rezo de las Ave la evocación de los cinco gozos de María: Anunciación, Navidad, Resurrección, Ascensión y Asunción.
En el siglo XII y XIV se propagó la devoción de los Dolores de María.
A fines del siglo XV, un dominico, el fraile Alain de la Roche, dará un impulso decisivo a la devoción del Rosario, cuando funda la Cofradía del Rosario y coloca así al Rosario en la órbita de la Orden Dominicana. En su relato fervoroso nos trasmitió este fraile, la tradición según la cual la Virgen misma se habría aparecido a Santo Domingo para revelarle la oración del Rosario.
Pero recién en el siglo XVI el Rosario toma la forma clásica que le conocemos: 1º por la unión de la oración de intercesión, ‘Santa María, madre de Dios…' Luego la fijación progresiva de la lista de los Misterios y finalmente con la bula ‘Consueverunt’ (1569) del Papa dominicano San Pio V, que determina la forma clásica del Rosario.
Estas rápidas referencias históricas tienen como misión permitirnos situar cada elemento del Rosario en su justo lugar.
La oración del Rosario consiste, esencialmente en retomar incansablemente el saludo angélico mientras contemplamos los Misterios ‘de la Vida de Cristo’.” (El Rosario, del R.P. Fray Sergio T. Bonnino O.P.).
El Nombre del Rosario
Desde que el Beato Alano de la Roche renovó esta devoción, el Pueblo de Dios lo llamó Rosario, que significa corona de rosas; es decir, cuantas veces se reza el Rosario (5 Misterios) como es debido, se coloca en la cabeza de Jesús y de María una corona de rosas blancas y rojas del paraíso, que jamás perderán su belleza ni esplendor.
El Hno. Alonso Rodríguez S.J., rezaba el Rosario con tanto fervor que a menudo veía salir de su boca, a cada Padrenuestro, una rosa roja y, a cada Avemaría, una rosa blanca, iguales en hermosura y fragancia.
Con el mismo sentido la Virgen, en San Nicolás dijo: “reclamo rosas, ponedme blancas y rojas” (M/39-01.02.84)
Virgen de San Nicolás
Como Rezar El Santo Rosario 1) Hacer la Señal de la Cruz y rezar: Oración al Espíritu Santo; Acto de Contrición o Penitencial y un Credo por la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo (Acto de Fe).
2) Anunciar el Primer Misterio. Rezar el Padrenuestro.
3) Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
4) Anunciar el Segundo Misterio. Rezar el Padrenuestro.
5) Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
6) Anunciar el Tercer Misterio. Rezar el Padrenuestro.
7) Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
8) Anunciar el Cuarto Misterio. Rezar el Padrenuestro.
9) Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
10) Anunciar el Quinto Misterio. Rezar el Padrenuestro.
11) Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
12) Rezar el Padrenuestro.
13) Rezar El Ángelus, 3 Avemarías y Gloria.
14) Rezar el Salve.
Misterios Nuevos de Juan Pablo II
MISTERIOS DOLOROSOS (Martes y Viernes) 1º. La Oración y Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. (Lc. 22,39-46) 2º. La Flagelación del Señor. (Lc. 23,20-25) 3º. La Coronación de espinas. (Mt. 27,27-31) 4º. El Camino del Monte Calvario. (Jn. 19,16-17) 5º. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. (Lc. 23,33-49)
MISTERIOS GLORIOSOS (Miércoles y Domingo) 1º. La Resurrección del Señor. (Lc. 24,1-12) 2º. La Ascensión del Señor. (Mc. 16,14-20) 3º. La Venida del Espíritu Santo. (He. 2,1-4) 4º. La Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los Cielos. (Ap. 12,1-17) 5º. La Coronación de la Santísima Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado. (Jn. 14,1-3)
MISTERIOS LUMINOSOS (Jueves) 1º. El Bautismo de Jesús en el Río Jordán. (Mt. 3,13-17) 2º. La Autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná. (Jn. 2,1-12) 3º. El Anuncio de la llegada del Reino de Dios y la invitación a la conversión. (Lc. 4,14-21) 4º. La Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor. (Mt. 17,1-19) 5º. La institución de la Eucaristía. (Mc. 14,22-25)